#RAINBOWLACES: color en el mundo del fútbol

POR Paul Kelly REVISADO POR Alfredo José Castro Jiménez

Al comienzo del presente año académico, la Universidad de East Anglia organizó su feria anual de sociedades, un evento que los diferentes equipos deportivos de la universidad aprovecharon para regalar cordones de arco iris con la intención de combatir la homofobia en el deporte. Este gesto despertó interés entre la comunidad estudiantil. ¿Cuál era el mensaje que se quería transmitir? ¿fue un movimiento exitoso? ¿cómo se podría encontrar más información sobre esta iniciativa y como podrían involucrarse los estudiantes en diferentes organizaciones benéficas? Así comenzó la presente investigación sobre la tensa situación que existe entre el mundo del fútbol y los movimientos homófobos y racistas.

La influencia del deporte en la sociedad es evidente y está presente en la vida cotidiana de muchos países, en particular, en muchos rincones del viejo continente. El fútbol es, sin duda, un elemento que refuerza las relaciones personales e incluso une a desconocidos de todo el planeta que comparten esa misma pasión. Solo hay que pensar en el Mundial de Rusia del pasado verano para comprobar el poder que tiene este deporte para animar, conectar y unir a la población.

El fútbol es un deporte que en países hispanohablantes no solo representa la práctica deportiva por excelencia sino que también en muchos casos se ha convertido casi en una religión. El fútbol es un fenómeno internacional que apela al patriotismo y los fanáticos del balón de origen español se encuentran entre los más devotos y fervientes de Europa. Sin embargo, el mundo del fútbol se mantiene dentro de una burbuja machista, homófoba y racista.

Para combatir la discriminación hacia la comunidad LGBT+ en el mundo deportivo, la organización no gubernamental británica Stonewall ha puesto en marcha el proyecto de los cordones arco iris. El objetivo de la campaña de Stonewall #RainbowLaces es que los deportes sean más inclusivos. Según Stonewall todos tenemos un compromiso importante en la lucha contra la homofobia y deberíamos convertirnos en aliados de la comunidad LGBT+ para evitar abusos. No importa si se juega por diversión, para ganar o por hacer ejercicio físico. En cualquier caso, se debe ser consciente de la comunicación verbal presente en los terrenos de juego. Solo así se podrá desafiar los cánticos (con insultos, en muchas ocasiones) que se escuchan sobre el colectivo LGBT+ cada domingo en muchos estadios de fútbol. Es obligación de la sociedad sacar a la luz cualquier abuso, ya sea a través de Internet, viendo deportes en directo o participando activamente en el juego.

Stonewall ha conseguido difundir su mensaje a nivel global y solo en 2017 se distribuyeron 75.313 parejas de cordones arco iris en todas las áreas del deporte: aficionados, jugadores y árbitros. Para mucha gente, los cordones arco iris pueden parecer un acto insignificante que no tiene importancia en el movimiento hacia la igualdad. Sin embargo, su trascendencia va más allá de lo que parece. Estos cordones son una forma sutil de mostrar apoyo a alguien que forma parte de la comunidad LGBT+ o incluso a alguien que todavía “no ha salido del armario”.

Los equipos y jugadores internacionales tienen un gran poder para difundir el mensaje y promover la iniciativa sobre las redes sociales. Si los jóvenes e incluso los estudiantes universitarios ven a sus jugadores favoritos utilizando los famosos cordones, esto podría servir para poner sobre la mesa este tema tabú y dar buena cuenta al mundo de la necesidad de debatir sobre este asunto. Los deportistas activos en esta lucha pueden influir sobre las generaciones futuras sumando esfuerzos y generando aliados en la comunidad LGTB+.

En la actualidad no existe ningún jugador en La Liga (España) que se haya declarado abiertamente parte de esta comunidad. El único personaje del mundo del futbol español que es parte del colectvo LGBT+ es Jesús Tomillero, el primer árbitro de fútbol abiertamente gay de España que renunció temporalmente en mayo de 2016 como consecuencia de los insultos homofóbicos y las amenazas de muerte recibidas. Actualmente se encuentra bajo protección policial después de regresar a los terrenos de juego en septiembre de 2016. Tomillero aseguraba entonces que estaba "realmente asustado" pero que continuaría ejerciendo su trabajo y su pasión.

En Inglaterra tampoco existen jugadores abiertamente gais en la Premier League. La homosexualidad en el fútbol inglés parece un tema prohibido tanto para los jugadores como para los medios de comunicación. No hay futbolistas abiertamente homosexuales en las cuatro divisiones principales de Inglaterra. Algunos como Peter Clayton, que preside el grupo de trabajo Homofobia en el fútbol, ha argumentado que los clubes impiden que los jugadores "salgan", ya que los deportistas tienen un valor comercial en aumento que podría resultar “seriamente” dañado.

Es importante poner sobre la palestra los datos de la homofobia y la discriminación que genera consecuencias graves e importantes, pero lo cierto es que se puede decir con firmeza que la situación está mejorando, aunque sea lentamente. El Arsenal, equipo de fútbol inglés, se ha convertido en el mejor ejemplo de una entidad deportiva abierta e inclusiva gracias a sus numerosos esfuerzos para apoyar a la comunidad LGBT+. El Arsenal ha colaborado con la organización benéfica Stonewall y su campaña #RainbowLaces creando incluso un anuncio audiovisual promoviendo la igualdad. Su video ya ha superado el millón de visitas en YouTube.

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En otras partes del mundo también las cosas están cambiando en sentido positivo. Por ejemplo, recientemente, en el Mundial de 2018, la selección argentina recibió una multa después de que sus fanáticos cantaran rimas homofóbicas, al igual que hizo el combinado de México. Cuando los fanáticos son llamados al orden, a menudo afirman que sus insultos no tienen nada que ver con la sexualidad y que simplemente se adhieren a la definición colectiva de lo que se considera negativo.

El fútbol deja poco o ningún espacio para las narraciones fuera de la "norma" establecida. Culturalmente se asume su heterosexualidad, como la de todos los demás jugadores. Es cuestión de tiempo y esfuerzo que se produzca un cambio de mentalidad de los aficionados del fútbol y mostrarles que ser parte de la comunidad LGBT+ no se puede considerar en absoluto algo negativo frente a los insultos que sí son dolorosos. El problema es que las actitudes en el mundo deportivo cambian mucho más despacio que en el mundo real. Esto se puede ver en la forma en que los insultos machistas y racistas todavía existen en el terreno de juego.

Cada jugador, cada atleta, cada equipo es más fuerte cuando el deporte da la bienvenida y apoya a todas personas sin importar la condición sexual, social o religiosa. El movimiento #RainbowLaces ha sido hasta ahora un éxito, pero más gente debería unirse a la causa y defender los derechos de los compañeros LGBT+. ¡Únete a la causa y viste un cordón arco iris! Para más información: www.stonewall.org.uk.