El hombre que escupió a la muerte

POR Joseph Bryant       REVISADO POR  Alicia Muñoz

Cuando practicamos un deporte, ya sea ciclismo o tenis, no es común pensar en los beneficios prácticos del ejercicio, es decir, no pensamos “qué bueno es mi revés, me pregunto cuando voy a necesitar esta destreza en mi vida cotidiana”. Esto no quita que las habilidades deportivas puedan resultar útiles y, a veces, incluso salvarte la vida.

Fernando Parrado, exjugador de rugby, es testigo direto y testimonio en vida de esta teoría. El 13 de octubre de 1972 viajaba con sus compañeros de equipo desde Montevideo hacia Santiago de Chile cuando el avión se estrelló en la cordillera de los Andes. El impacto de la colisión le costó la vida a más de un cuarto de los pasajeros y muchos más perecieron como consecuencia de las condiciones extremas de la montaña y a una avalancha posterior, incluyendo la madre y hermana de Parrado. Aun así, y contra todo pronóstico, Parrado y otros 15 pasajeros, muchos de los cuales eran jugadores de rubgy también, sobrevivieron 72 días en los Andes. Se quedaron sin fuente de calor y comida así que tuvieron que ingerir fibras humanas para tener una mínima oportunidad de sobrevivir. Y lo hicieron gracias al esfuerzo ingente de Parrado y Roberto Canessa cuando su caminata de 10 días (con una pérdida calórica de 10.000 calorías diarias) entre las montañas resultó en el descubrimiento de un arriero que los ayudó y alertó a las autoridades necesarias.

Es una experiencia terrible, dramática y única, pero es la realidad desalentadora a la que tuvieron que hacer frente estos deportistas que iban a bordo del fatídico vuelo uruguayo. Nando Parrado ha pasado por La Taberna para contar su experiencia y mostrar su manera de pensar en cuanto a la filosofía y el deporte.

JOSEPH BRYANT: Usted vio morir a su madre y a su hermana delante de sus propios ojos, pero logró sobreponerse permaneciendo más de setenta días en las montañas... ¿cómo se logra construir esa coraza para no ser víctima de la desazón, del dolor y de la desesperación?

NANDO PARRADO: Creo que uno de los ingredientes fundamentales es ser pragmático. Darse cuenta y aceptar lo que está pasando y que una vez que las cosas han sucedido, es imposible volver atrás. Yo no podía resucitar a mi madre, hermana y amigos… ahora tenía que ocuparme de mi supervivencia. También a lo mejor es más fácil escribir esto, tantos años después. Si me lo hubieras preguntado en ese momento, no hubiera sabido qué contestar.

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J.B: Supongo que la desesperación convierte lo extraordinario en algo fundamental, ¿no? ¿Ha sentido alguna vez el reproche por parte de los familiares de los compañeros fallecidos que les mantuvieron vivos durante ese tiempo?

N. P: Nunca he sentido ningún reproche. ¿Porque tendrían que haber hecho algún reproche? Yo fui él que más perdió en esa tragedia. Perdí a mi madre, a mi hermana y a mis dos mejores amigos. Además, tuve que soportar los 72 días allí cruzando los Andes para salvar a los demás. Nada hubiera cambiado si en vez de ser Nando Parrado uno de los supervivientes, lo hubiera hecho Panchito Abal, Marcelo o Guido. La historia hubiera sido la misma, tan solo con diferentes protagonistas. ¿O piensas que los que murieron hubieran hecho una historia diferente?

J.B: ¿Cómo esta tragedia ha cambiado y afectado a su vida?

N. P: Esta es mi vida. Con el accidente de los Andes incluído. La otra vida no existió, así que no se cómo hubiera sido sin este accidente.

J.B: ¿Cree que la filosofía del rugby jugó un papel fundamental en la supervivencia de usted y de los compañeros que lograron mantenerse con vida?

N. P: El rugby fue absolutamente importante en nuestra supervivencia. Si hubiera sido una orquesta filarmónica, creo que nadie hubiera sobrevivido. El rugby es como una filosofía de vida. El rugbista se juega la vida por su compañero siempre, sufre por él. Hay una cosa muy importante que explica que ninguno es más importante que otro dentro de un equipo de rugby. Es el único deporte donde no está el nombre del jugador en la camiseta. Justo además nosotros estábamos en la plenitud de nuestra capacidad física, lo que nos permitió intentar lo imposible.

J.B: ¿Cuántas veces llegó a sentir que las montañas y la nieve acabarían sepultándoles a todos y cada uno de los integrantes?

N. P: A cada instante de estos 72 días hasta que pude divisar al arriero Sergi Catalán y ahí justo se encendió una chispa de esperanza. Hasta ese momento, no había esperanza, solamente agonía.

J.B: Supongo que para cuando tuvo lugar ese terrible accidente todavía no existían conceptos tan desarrollados de la psicología moderna como hoy en día pero, ¿ha sentido durante mucho tiempo el ahora denominado estrés postraumático?

N. P: Por supuesto no sabía lo que era, pero no importó, pues nunca tuve síndrome de estrés postraumático. Al otro día de llegar a Uruguay, me fui a la playa con mis amigos. Nunca miré hacia atrás y jamás he tenido una pesadilla con respecto a lo que sucedió en los Andes. Desde la primera noche en el hospital de San Fernando, hasta ayer por la noche, he dormido como un bebé.

J.B: ¿Cómo definiría el término ‘miedo’?

N. P: Al igual que en el amor, hay muchas clases de miedos. Para mí el miedo más fuerte fue el miedo a la muerte. Darme cuenta de que estaba condenado a morir sin ninguna posibilidad de sobrevivir. Darme cuenta de la proximidad de ese encuentro fue el miedo más grande que he tenido. Saber que no iba a vivir más, a ver, a respirar, a sentir, a amar, a tener hijos. Los demás miedos son insignificantes comparados con ese miedo. El deporte jugó un papel fundamental en la supervivencia de Parrado y sus compañeros de equipo y podemos aprender de la importancia de estas habilidades en nuestras vidas al escuchar su historia. Los deportes de equipo como el rugby y el fútbol enfatizan el valor del esfuerzo combinado, la responsabilidad y la confianza en los demás. Nos muestran que tenemos un papel importante dentro de un equipo, una destreza fundamental en el mundo laboral, saber que todos tenemos que contribuir igualmente para que la empresa tenga éxito. De manera similar los deportes individuales como la halterofilia y el running nos ayudan perseverar, a conocer mejor los límites de nuestro cuerpo y a ser independientes. Practicar un deporte tiene numerosas ventajas físicas pero además nunca se sabe cuándo podríamos necesitar poner en práctica las lecciones que el deporte nos ha enseñado.