Niños multilingües, modelos de futuro

La familia es una pieza clave de la sociedad. También las Naciones Unidas lo ve de esta manera, y en 1994 creó El Día Internacional de la Familia, que se celebra desde ese año cada 15 de mayo, siempre con un tema nuevo, con los niños presentes de forma directa o indirecta.
Lo que ocurra dentro de las familias, ya sea violencia, discriminación o, en el otro extremo, armonía, apoyo, educación, tiene un impacto en el mundo circundante. Esta interacción familia-entorno es recíproca, y por lo tanto no nos puede dejar indiferente.

Como madre de familia, cada vez soy más consciente del papel fundamental que tenemos como hijos, hermanos o padres. La familia es una escuela, en la que yo crezco como persona cada día. Mi escuela es además multilingüe y multicultural: un recordatorio permanente de la necesidad de integrar diferentes modos de ver el mundo y de lo crucial que es encontrar el equilibrio y un espacio para cada uno de ellos y sus valores, claves para convivir en paz. Mi “escuela” es para mí una metáfora viviente del mundo al que tenemos que aspirar. Por eso quiero compartir un atisbo de esta experiencia, una realidad no exenta de dificultades, que los niños, profesores excepcionales, filtran maravillosamente en sus rasgos esenciales.

Lo mismo dan la bienvenida a Nikolaus que a los Tres Reyes Magos o a Father Christmas, y poco importa de dónde son sus compañeros de juego, ni qué religión practican, si es que tienen una, sólo quieren que el juego funcione

De los niños en contextos multilingües todos podemos aprender de su capacidad para integrar con éxito la diversidad, creativamente, sin miedo. Hablan una lengua u otra con naturalidad, mezclando tres a veces en una misma frase, porque lo importante es comunicarse. Lo mismo dan la bienvenida a Nikolaus que a los Tres Reyes Magos o a Father Christmas, y poco importa de dónde son sus compañeros de juego, ni qué religión practican, si es que tienen una, sólo quieren que el juego funcione. A los adultos se nos olvida que lo que de verdad importa es que el juego funcione. Tal vez por eso necesitaríamos conocer a más niños; incluso a más niños multilingües.