López Obrador: el sueño de México

POR Matt Ladd REVISADO POR Montserrat Montoya Mestre

A menudo etiquetado por algunos como un hombre honesto del pueblo y por otros como un izquierdista progresista como Nicolás Maduro, el 1 de diciembre 2018, Manuel López Obrador (más conocido como «Amlo») se estrenó como el presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Después de hacer numerosas promesas radicales, el verano pasado ganó las elecciones federales con una abrumadora mayoría de votos.

Aunque hereda la presidencia de un país plagado de crimen organizado, violencia y corrupción de masas, ¿cómo ha conseguido atraer a millones de electores a las urnas? A pesar de su popularidad, después de haber sido elegido como presidente, México ha sufrido niveles incluso más altos de secuestros, extorsión y homicidio. Pero ¿qué relación tiene esto con sus políticas?

Nacido en una familia de clase media, sus padres eran comerciantes de petróleo durante el boom de aceite a finales de los años 70. Aunque sus padres hubieran querido que obtuviera una carrera de negocios, a los 20 años decidió hacerse activista. Más allá de una carrera política bien llevada, no solo ha recibido un índice de aprobación por Consulta Mitofsky del 84% en su papel como Gobernante de la Ciudad de México, sino que también ha triunfado en las elecciones en su tercer intento con un 53% de toda la votación. Esta vez lo ha conseguido con su nuevo partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENO) derrotando a los partidos tradicionales que llevaban décadas en el poder.

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Por supuesto, a menudo el mundo ve que las elecciones presidenciales están dominadas por un partido, pero ¿por qué hay que diferenciar este resultado de los resultados del resto del mundo? Este es diferente porque los electores querían un cambio, un cambio para alejarse de la mala gestión hacia corrupción, un cambio contra el crecimiento constante de la desigualdad económica y un cambio en el enfoque tomado para abordar las causas del tráfico de drogas en todo México.

Durante su campaña, Amlo anunció su intención de vender el avión presidencial que tiene un valor de 430 millones de dólares. También declaró que no iba a residir en el palacio presidencial y que lo quería transformar en un centro de artes. Por supuesto, junto a estas promesas, está dispuesto a hacer un enorme recorte salarial. Aunque todo esto puede sonar muy ambicioso, un artículo de la revista Reforma afirma que ya cumplió el 80% de sus promesas durante su tiempo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

“Voy a gobernar con rectitud y justicia. No les fallaré. No voy a decepcionar al pueblo. Confieso que tengo una ambición legítima: quiero pasar a la historia como un buen presidente de México” anunciaba en su lucha contra el narcotráfico.

Su nuevo enfoque aplicado a la guerra contra el narcotráfico ha atraído opiniones divididas. Su estrategia de seguridad para recuperar la paz en México empezó con la declaración de final de la guerra por Amlo cuando se estrenó en la presidencia. Al principio dijo que quería dar amnistía a todos los mexicanos involucrados en la producción de drogas, pero esta intención nunca se ha definido con claridad. Desde entonces ha dicho que ofrece impunidad a aquellos que están viviendo en la pobreza y que han sido víctima de los carteles.

A comienzos de 2019, centró las operaciones policiales alrededor de los huachicoleros que le cuestan a la economía mexicana 3 billones de dólares cada año por hurtar 70.000 barriles de petróleo diariamente.

En definitiva, sea cual sea su posición política, es inevitable tener alguna afinidad con este hombre. La lucha contra la corrupción extendida entre las autoridades y la reducción de violencia precede a cualquier orgullo político. Si las intervenciones de Amlo tienen lugar a corto o largo plazo, habrá que esperar por ahorapara saber si el nuevo gobierno hace historia en América Latina.